domingo, 7 de marzo de 2010

Con aires de arrabal




Atravieso aquel umbral en interminables minutos de indiferencia, mientras mi corazón palpita con la fuerza del puño en la puerta. Roble de antaño, lustrado, y el tiempo que pasa sin que nadie lo advierta. Insistencia de guapo, pero retrocedo unos pasos. En aquel buzón timbrado enmiendo el error. No fue en vano, y con un abrazo arrabalero encierro a dos desconocidos.
Por el angosto pasillo de baldosa gastada me cruzo tu mirada, compañera de barrio y milonga cansada. En tus besos y abrazos olvido lo solo que estoy en esta fiesta que pretende agasajarnos. Estás hecha una pebeta. Anfitriona y desafiante tus ojos negros no dejan de recriminarme la tardanza. Turbado te piropeo hasta el tobillo. Entre tanto gentío entretenido, sigo la marcha con la mirada perdida. De pronto, tres sílabas me llaman. De reojo los veo, en un rincón entre sombras y serpentina están Carlos y Etelbina. :-)

Siento el alivio de las caras amigas, esas que el tiempo nunca borró. Se diluye el temor que me embargaba por la ingrata sensación de cumplir años entre siluetas extrañas.
Para aguar el mal trance, los invito al patio.
Otra vez el público me intimida como navaja afilada. Sin perder la sonrisa los saludo con hombría. Confieso en chanza a mis amigos del alma el franco vacío ante tanto desconocido. Con el paso de las agujas aflora el baile en dos por cuatro. En aquella mesa alargada de mantel almidonado uno a uno van ahogando las penas en un vaso de tinto. Hasta que por fin, entre picada y picada, me encuentro a mí mismo siguiendo el ritmo de un tango que esta vez será inolvidable. MN