La escoba ha demostrado a lo largo de la Historia que no solo es barre mufa, también puede resistir a escobazos el avance de la corrupción. Así convertida en símbolo de resistencia y protesta popular ha protagonizado varias marchas anti-corrupción en distintos países. En el nuestro, hacia principios de siglo XX, en manos de mujeres aguerridas que protagonizaron la huelga de los inquilinos de los conventillos, así lo resume el historiador Léonidas Ceruti en este párrafo:
"En agosto
de 1907, la Municipalidad de Buenos Aires decretó un incremento en los
impuestos y los propietarios de los conventillos no dudaron en subir los
alquileres. La bronca estalló. Los inquilinos iniciaron una huelga y se
organizaron en comités. Pero nadie imaginaba que se produciría un hecho
inédito: los protagonistas de la huelga serían las mujeres con sus hijos. Fue
entonces que a escobazos sacaban a los abogados, escribanos, jueces, bomberos y
policías que pretendían arrancar a las familias de sus casas. Similar situación
se vivió en Rosario, donde se afirmaba que nadie puede decir que no estamos en
plena guerra contra la explotación y la usura”.